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Según nuestra querida RAE la palabra Oposición viene a significar:
“Acción y efecto de oponer u oponerse”

¡Mal empezamos!.

El colectivo de opositores coincide no sólo en Escuelas de Preparación sino también en sintomatología. Un opositor es fácilmente reconocible por un color cetrino que viene dado con el carné de biblioteca y el refilón del flexo. No son seres luminosos, no se lo pueden permitir, no tienen tiempo. Tampoco está bien visto ser feliz y estar relajado mientras preparan una oposición.
Sienten angustia, culpa, soledad, pánico, impaciencia, envidia, desconfianza, agotamiento, tensión, estrés, miedo, impotencia, insomnio, frustración, amnesia…
Un opositor da la sensación de estar desahuciado, de estar ante un peligro inminente, de vivir acorralado y de no tener alternativas. Huele a desesperación. Y la desesperación es mala, la desesperación no ayuda. La desesperación es un mensaje tan negativo como falso.
Seamos sinceros: ¿Cuánto sufrimiento creemos que debemos vivir para poder obtener una plaza? ¿Cuánto tiempo creemos que debemos emplear? ¿Cuánto nivel de dolor y sacrificio crees que es necesario?
Si quieres ver cambios en tu vida primero tendrás que cambiar tus creencias.
La mente que un opositor necesita es la misma mente que lo debilita. El dominar la mente es un requisito para lograr el objetivo.
No debemos oponernos a nada. El secreto está en la aceptación. Aceptar y observar las posibilidades reales y a confiar en nuestras posibilidades personales.
Es un momento delicioso para aprender sobre nuestros juicios, sobre nuestras aptitudes y sobre nuestras reacciones.
Nos enseñan desde la infancia a competir, pero este sistema de acceso es cruel y estresante.
¿Qué podemos hacer con esto?
Gestionarlo sabiamente. Reaccionar pausadamente. No entrar en neurosis. No dañarnos demasiado, no vivir una ficción, no aislarnos tremendamente.
Nada es tan importante como tú mismo, como tu salud, como tu familia. Nada es tan importante como tu bienestar.
Es una falta de confianza lo que impera. Desconfianza en nosotros y desconfianza en el sistema.
Ha llegado el momento de sentarnos, de parar y de observar desde otro nivel. Ha llegado el momento de romper esa subjetividad que nos está destrozando y de mirarlo desde fuera.
¿Cuáles son las posibilidades reales?
¿Qué podemos hacer para estar más cerca de su consecución?
Comprometerse con algo consiste en dar todo lo que se puede dar. Si sólo puedes dar un 50%, da un 100% de ese 50 %. Hay que comprometerse con uno mismo, no con un resultado. No podemos pretender lo imposible ni tampoco descartar lo probable. No podemos culparnos por no lograr empresas que requieren otros factores además de nuestro propio esfuerzo. Cuando las cosas no dependen enteramente de nosotros podemos liberarnos de un gran peso. Podemos exculparnos.
Además de teoría estas pruebas precisan una gran inteligencia emocional.
Si trabajamos nuestros miedos, si desdramatizamos y soltamos, podremos ir ligeros al examen, que no es un examen vital, RECUERDA: no es una prueba vital. Es sólo una criba para un trabajo. No es la última prueba de tu vida, no vas a perder a tu familia si suspendes, no vas a perder tu salud si suspendes, no vas a perder tu dignidad si suspendes, tampoco habrás perdido tiempo: todo sirve en un currículo.
Al final todo se reduce a miedo. ¿Miedo a qué?:
A no ser suficientes, a fracasar, a ser juzgado por los demás, a ser juzgado por mi familia, y lo peor: a ser juzgado por mí mismo.
¿A quién le quiero demostrar? ¿Para quién es esta prueba?
Que tus miedos sean racionales, párate a desenmascararlos.
Una vez descubiertos:
Arriesga. Enfréntate a ellos. Vive la experiencia.
¿Qué es lo peor que te puede pasar? ¿Son tus reacciones adecuadas a esas posibles consecuencias?
Fracasar es requisito para el éxito, fracasar es experimentar, fracasar es vivir. Fracasado es aquel que no intenta. Fracasado es aquel que se hace daño, que se maltrata, que se juzga incansablemente y se reprocha.
Ser consciente de qué mejora y qué empeora tu rendimiento. Permitirte pausas, descanso y cuidados. No poner el foco en los demás sino en ti mismo. Con eso es suficiente.
Observa cuántas mentiras están ahora rigiendo tu vida y suéltalas.
La gran presión es tuya
La importancia a las cosas se la das tú.

¿Qué cosas sí dependen de ti?
-Gestiona bien el tiempo: prioriza.     https://youtu.be/Sk42ARzX9jw
-Controla la ansiedad: mírala de frente, desnúdala, ponle cara: es sólo miedo. Hay muchas técnicas que ayudan a disminuir la ansiedad: masajes, acupuntura, mindfulness, salir de copas, ver cine, gritar, bailar, correr…
-Utiliza técnicas para memorizar, aprende a esquematizar, descubre cómo aprendes tú: si eres una persona visual, auditiva o kinestésica. Dependiendo de qué tipo de aprendizaje domines las técnicas de estudio varían.
-Consume humor cada día: des Dra Ma ti Za. Ya, urgentemente, sin excusas. Si no tienes sentido del humor paga por él. Rodéate de personas divertidas, ve a espectáculos humorísticos, mira películas cómicas, etc. La risa ayuda a eliminar la tensión e incrementa el optimismo.
-Relaciónate con personas que hayan aprobado la oposición y modélalas. Bombardéalas a preguntas, imítalas, obsérvalas y escúchalas.
-Aliméntate de forma adecuada, descansa y haz ejercicio.
-Si tienes alguna fobia acude a un profesional que te ayude a superarla: hablar en público, expresarte, fracasar, etc. Hay técnicas rápidas que quizás te ahorren años de estudio: PNL, Coaching, EMDR, PSYCH-K, Acupuntura, etc.
-Confía.
-Confía.
-Confía.
Haz todo lo que esté en tu mano y olvida el resultado. Lo demás ya no depende de ti.
La gran presión te la pones tú. No lo olvides
Un reto no es una horca, es una oportunidad de crecer. Nada más.
¿Te sigues queriendo oponer?

Susana Abad García
http://susanaabad.es
susana@susanaabad.es

“Nuestro más profundo temor no es el de ser inadecuados. Nuestro más profundo temor es el de ser poderosos más allá de toda medida. es nuestra luz, no nuestra oscuridad la que más nos asusta. Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿Quién soy yo para ser brillante, extraordinariamente talentoso, magnífico?

En realidad ¿quién eres tú para no serlo?
Marianne Williamson

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