jun 3, 2018
Nietzsche dice que hay tres etapas para el espíritu:
La primera es la del camello, que se arrodilla y dice: “deposita la carga sobre mí”. Esta es la condición de la juventud y el aprendizaje.
En segundo lugar, cuando el camello está bien cargado, se levanta y parte en dirección al desierto, el lugar donde va a encontrarse a sí mismo y donde se transforma en un león.
En la tercera etapa, la función y hazaña del león consiste en matar a un dragón cuyo nombre es “Obedecerás”.
Son dos cosas bastantes diferentes: una es la sumisión, la obediencia y el aprendizaje; y la otra es la fuerza y la energía. Cuando el dragón muere, el león se transforma en un niño. En las palabras de Nietzsche: en el lenguaje místico el niño representa una rueda girando fuera de su propio centro. El ser humano ha recobrado esa espontaneidad, inocencia y despreocupación por las normas tan maravillosas de la infancia. Ese niño inocente y espontáneo es el que tiene el valor de seguir sus impulsos.
Según el mitólogo Joseph Campbell para establecer contacto con el niño que pervive en nuestro interior hay que matar al dragón “obedecerás”. No hay que vivir según las normas de los demás, hay que respetarlas, pero no viviendo de acuerdo a ellas. Respetarlas más o menos de la misma manera que respetamos las luces rojas y verdes de los semáforos. Existen normas que parecen convenientes, pero una regla impuesta sobre ti “obedecerás” puede ser un peso excesivo.
Sin duda, para soltar lastre y liberarnos debemos conocer primero nuestro propio peso, ese peso innecesario que nos está frenando.
Es el momento de empezar a hacer preguntas.