oct 6, 2022
(Post dedicado a todos los coaches que se las han visto conmigo)
Cuando comencé a inquietarme interiormente de forma despiadada, el destino trajo hacia a mí a mi primer coach: Miguel ángel Aguado. Con él tuve mi primer contacto con las preguntas vitales y la desagradable sensación de descubrir que yo era PODEROSA, es decir, RESPONSABLE de todo lo que ocurría en mi vida.
Esa sensación de poder, al igual que la sensación de LIBERTAD, dan pánico.
Cuando me pidió mi objetivo, yo le dije que quería terminar mi relación de pareja porque, evidentemente, yo era una víctima de todo este entramado social, casi diseñado para provocar mi caos vital.
Tras la sesión y su gran labor, entendí que todo lo que ocurría en mi vida era mi responsabilidad y olvidé ese anhelo mío tan apasionado de culpar a otro.
Pasó el tiempo y se cruzó en mi camino otro gran coach y, además amigo, que tuvo el reto descomunal de lidiar con mi sombra agazapada. Cuando llegó el temible momento, el de fijar el objetivo, yo que no era chica fácil, y casi sin poder pronunciarlo de forma digna, le dije: IMPERTURBABILIDAD. Ni siquiera ahora lo puedo decir correctamente (así es el inconsciente de cachondo).
IMPERTURBABILIDAD, esa poderosa palabra que lleva en sí ese aroma a victimismo: “Tengo que ser imperturbable porque la gente es mala”.
Mi pobre amigo-GRAN-coach, Jose Luis Santamaria, dedicó toda la sesión a concretarme, que falta me hacía. Le agradezco su delicadeza y saber estar ante tal expectativa. Fue tan revelador que no he olvidado ese momento.
Ayer, escuchando a Borja Villaseca en una de sus conferencias, tuve una visita inesperada: el pasado vino a abofetearme cuando entendí sus palabras: “Donde hay comprensión hay aceptación, y donde hay aceptación no hay perturbación”.
Yo necesitaba y sigo necesitando comprender; esa ha sido siempre mi mayor búsqueda. En realidad, yo creía que buscaba el conocimiento, pero ahora he entendido que lo que anhelo es la comprensión. Entender al otro, entender para no malinterpretar, entender para respetar, entender para amar.
Así, sí habrá imperturbabilidad. Nada en esta vida con respecto a las reacciones de los demás es algo personal. Es su infierno el que sale, es su infierno el que grita, la historia no va contigo, no va conmigo. Y cuando entendemos, cuando comprendemos al otro, solo entonces, podremos ofrecernos a acariciar su dolor y a darle su lugar.
“Solo explota quien tiene dinamita dentro” Lo se. Yo la he llevado, y la sigo llevando. La diferencia es que ahora camino ligero, despacio, para permitir a la bomba que llevo su descanso MERECIDO.
Las sincronicidades Jungianas, que me acompañan siempre, han traído hoy a mí unas palabras de Mario Alonso Puig: “La mayoría de las personas no responde, REACCIONA.“
Lo que necesitamos es habilidad de responder, RESPONS HABILIDAD.
Pues eso: Cuarto y mitad de kilo de IMPERTURBABILIDAD, por favor!
Y una caña!!!!!