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nov 11, 2020

SUPERA TU SEPARACIÓN

nov 11, 2020

(Fotografía: Noelia Palafox)

Después de muchos años caminando junto a alguien parece difícil seguir caminando sol@. Nuestras sombras han llegado a cobijarnos. De repente, el rutinario ruido que nos amparaba se convierte en silencio, y es allí en la SOLEDAD donde todo se nos muestra como realmente es.

Toda mi vida he anhelado conocerme, entenderme, cambiarme y crecer. Me dedico a ello, y ahora que tras 23 años de aventura compartida con mi pareja hemos decidido hacer un recorrido distinto, mirar en direcciones diferentes y dejar de ampararnos, he descubierto que no soy quien creía que era EN ABSOLUTO. He encontrado a una extraña asustada en mi interior, a una mujer perdida y sorprendida, a una mujer bloqueada y dividida. Me he quedado a recoger mis añicos y me he cortado muchas veces, sangro y me divierte comprobar que mi herida viene de antes, de antes del deterioro, de antes de esta crisis.
Una ruptura sentimental es el mejor espacio de aprendizaje y de crecimiento. El desgarro es el hueco necesario, el dolor es el maestro universal. Y esa sensación de desangrarte, incluso de desvanecerte, de agonizar a ratos, llorar y después reír, temer y después vibrar, es una absoluta locura; y es que la LIBERTAD aterra. Eso es lo que he descubierto, que aterra, y que tengo miedo, y que me duele el rechazo, y que la necesidad no es amor, y que no sabía que estaba necesitando, y que no sabía que tenía miedo, y que no sabía que la soledad podía llegar a angustiarme, a mí que siempre la he buscado. Pero es que no es lo mismo elegir la soledad cuando te sabes amado, que sentir la soledad auténtica, la impuesta, la que te revela que ESTÁS SOLO EN ESTE MUNDO en realidad, aunque estés acompañado. Ese espejo no es generoso, te muestra la VERDAD, y aunque la verdad te hará libre, la verdad también estremece.
Gracias a esta situación he descubierto que lo que más deseaba es lo que más me aterra, y que en el terror está la puerta que debo atravesar para continuar mi viaje. Dicen que las mejores cosas de la vida están al otro lado del terror, y ahora sé que es así.
¡Qué decepción ver a mi guerrera esconderse!
Cuántas cosas he descubierto y aceptado sobre mí, cuánto me estoy riendo de mí misma, del jolgorio de personas que hay dentro, de la narrativa, las contradicciones, las pataletas infantiles… Todo ello me lo he permitido, y por eso ahora lo detecto antes, y ya no reacciono, y ya no me domina, y lo trasciendo con todo mi agradecimiento, y me lo permito en mi interior, sin dañar a nadie, sin llegar a mayores, sin juzgarme.
Ya no culpo al otro, y ya no hay desgarro, sólo dolor, y el dolor me guía, me acuna, me cuenta, me enseña y me arropa, y me dice que no se va a quedar pero que necesita amor también , y que yo lo asuma, lo sienta, lo acoja, que no lo rechace, que no lo niegue, que no me asuste, que él va a guiarme y cuidarme. Que es que es bueno me dice, que es bueno… Y yo lo miro a los ojos y me veo, acurrucada en sus pupilas y me levanto y lo saco a bailar, y es entonces, cuando bailamos juntos cuando empiezo a escuchar la MÚSICA DE LA VIDA.
El dolor nos sirve, es nuestro siervo, un siervo dispuesto a mostrarnos el camino y las puertas del paraíso. El dolor nos advierte de los peligros, de los descuidos, de nuestra ceguera.
He vivido un odio patético, y he llegado a odiar porque no me he sentido amada “te odio porque no me amas”. Esa rabia, infantil y necia, me ha servido para hacer las maletas, sí la rabia y la ira son buenas a veces. La energía que generan, ese impulso rabioso ayuda a HUIR, a recoger una vida de 23 años y meterla en cajas, a cerrar la puerta del hogar que creaste, a abandonar todos los momentos allí vividos. Te ayudan a cerrar la puerta sin mirar atrás, te ayuda a avanzar, a seguir, a caminar en otra dirección. Te ayuda a tener razones para dejar esa zona de confort que muchas veces huele demasiado a naftalina, pero que en el momento decisivo no parece oler tanto…
No podemos permitir que el odio se nos instale en el alma, el odio sólo sirve para dar el paso, para tomar la decisión y hacerla acción, después tenemos que volver a amar, y no a amar a otra persona, NO: amarnos a nosotr@s mismos. Una vez cerrada la puerta hay que abrir otra: la de la VIDA contigo.
Que este desgarro nos ayude a aprender a amarnos, a ser compasiv@s con nosotros, a analizar qué ha ocurrido realmente, cuánta parte de responsabilidad hay en nosotr@s. Cuántas cosas yo he hecho o permitido. Ahora empieza la vida, esa lección vital, ese espejo delicioso que va a hacer de esta experiencia, la mejor de tu vida.
¿Por qué odiar a quien he amado? ¿Qué es injusto? ¿Qué siento? ¿Quién soy? ¿A dónde quiero ir? ¿Me creo capaz de ir sol@? ¿Por qué no soporto la soledad, el rechazo o la felicidad de mi pareja?
¿Qué ha pasado realmente? ¿Qué tengo que aprender? ¿Qué voy a hacer a partir de ahora? ¿Quién quiero ser? ¿Quién voy a ser?
Es un comienzo, es la incertidumbre de vivir sin red. Hay un abismo frente a ti que te llama y te dice: salta, ven, no tengas miedo, tú eres poderos@, eres fuerte, eres LIBRE. Porque todos somos libres, TODOS. La diferencia está en que algun@s rechazamos la libertad, porque ser libre significa ser responsable y poderoso, ser libre significa LIDERAR NUESTRA VIDA.
Si tu pareja ha sido una persona especial a la que has amado DE VERDAD resulta irracional que de repente deje de importarte.
Respeto, admiro y quiero a mi compañero de vida durante más de veinte años. Quise que fuese el padre de mi hija porque sabía que sería un padre maravilloso. Así ha sido y así lo será. Espero, deseo y haré lo posible porque nos sigamos acompañando, asustando y riendo juntos. Espero, deseo y creo que es nuestra obligación seguir admirándonos para que nuestra hija viva rodeada de amor. Amar es dar, valorar y respetar. Podemos mirar hacia lugares diferentes y seguir valorando a las personas que un día amamos. Creo firme y absolutamente que un signo de equilibrio emocional es mantener la amistad o el respeto con nuestras exparejas.
Quiero aprender a soltar con amor y respeto. Quiero aprender a crecer en la adversidad, a aceptar la crisis de un final con la ternura suficiente para no cerrar los ojos completamente y percibir el atisbo de la luz. Esa luz que todos tenemos dentro y que, a pesar de la oscuridad, saldrá brillante y exultante a mostrarme una NUEVA OPORTUNIDAD.
Separarse duele, pero que el dolor sea sólo el necesario, que sea tu maestro, que sea un cómplice genial.
Separarse no es olvidarse. Ha terminado una etapa, un tipo de relación, pero podemos continuar contándonos, riéndonos, mirándonos y aconsejándonos.
Sé que aunque ahora no escuchemos la música volveremos a bailar, aunque no sea pegados.

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