sep 19, 2022
TIEMPO PARA IR A LA FUENTE:
EL PRINCIPITO
"CAPÍTULO XXIII
- Buenos días – dijo el principito.
- Buenos días – dijo el vendedor.
Era un vendedor de píldoras perfeccionadas que calman la sed. Se toma una por semana y no se siente más la necesidad de beber.
- Por qué vendes eso? – dijo el principito.
- Es una gran economía de tiempo – dijo el vendedor. – Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
- Y qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?
- Se hace lo que se quiere...
"Yo - se dijo el principito – si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría lentamente hacia una fuente..."
La Fuente, el origen.
Los griegos tenían dos palabras para el tiempo: Chronos y Kairós. Chronos es el tiempo lineal, que se mide con el reloj. Kairós es el momento justo, no el tiempo cuantitativo sino el tiempo cualitativo de la ocasión, la experiencia del momento oportuno.
Yo no encuentro el momento justo para encontrarlo. Lucho desafortunadamente por fundirme en Kairós, por vivir.
Dicen que el deporte genera Las hormonas conocidas como "hormonas de la felicidad”: dopamina y serotonina, endorfina y encefalina. A mí no me avala ninguna. Yo voy corriendo a todas partes, a todas horas. Me levanto ya en la meta, por lo menos con el mismo cansancio que si ya hubiese llegado, y nada: ni un atisbo hormonal parecido a la felicidad.
Tampoco adelgazo, y no entiendo nada, porque la carrera es repetida una y otra vez, insistentemente.
Quizás tenga que ver el que no recuerde la mayor parte de las cosas efectuadas durante el día, quizás por eso no adelgazo y no exploto de felicidad, por la MALA MEMORIA.
Mi cerebro no traslada esa información ya que la olvida y, en consecuencia, no se produce la feliz reacción hormonal ni la inevitable reducción de peso que debería revertirme.
Se que voy deprisa porque palpito demasiado, me crispo demasiado, me ahogo demasiado, me pierdo demasiado. Pero lo olvido, así que comienzo con el siguiente amanecer, la nueva meta, que cada día veo más borrosa, no se si fruto de mi sabiduría o del deterioro ocular por la edad.
Recuerdo el poema de Kavafis, Ítaca, sonrío y le dedico un gesto de agradecimiento tan veloz como la sensación que me produjo recordarlo.
Hay un reloj dentro de mí un reloj sin minutero que solo me entrega vida, y yo corro, corro desesperada a la meta de la que soy prisionera y que nunca está aquí. Ítaca me llama y nunca llego, o al menos, no lo recuerdo.
No quiero morir deshidratada, quiero tiempo, MI TIEMPO para a ir a MI FUENTE y saciar la sed que me está llamando a gritos.
Susana Abad
"ÍTACA
de Konstantino Kavafis
(Alejandría, Egipto, 1863 – 1933)
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues - ¡con qué placer y alegría! -
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas."