Viene, se acerca, está llegando el momento decisivo, mi GRAN PRUEBA anual.
Otro año más de reuniones sociales y familiares por doquier. Otro año más llega el momento de relacionarnos mucho más. Es una prueba, una gran prueba.
Sin duda, estas fechas nos revelan nuestro equilibrio emocional.
Si estás feliz y sano desearás reencontrarte con tu familia, con esos amigos que olvidas durante el año, con esos compromisos sociales que tú no eliges (cenas de empresa, reuniones con familia política, etc).
¿Pero qué nos pasa a los infelices? ¿qué ocurre con quienes no estamos deseando con fervor poner el arbolito, cantar villancicos y hablar sin parar con quienes no hemos elegido?
Lo que nos pasa es que, como cada año, nos diremos en voz alta que no iremos a determinados eventos, que no forzaremos nada o ,que este año sí que sí, que sí vamos a disfrutar de la navidad.
¿Cuántos años intentando ser un ser de luz en estas fechas? Demasiados ¿Resultado? Fracaso absoluto.
Hoy reflexiono sobre mi actitud para con este año ¿qué hacer, por qué optar? ¿Volver a intentarlo como una prueba vital a superar? ¿ huir e irme a una playa maravillosa?
Todo un reto, como siempre.
Quizás podría ser menos visceral y terca. Creo que hay en mí un deseo cruel de no disfrutar. Siempre he odiado hacer lo que hacen los demás, ser un borreguito que baila cuando le dicen que baile, come cuando le dicen que coma....
Sin embrago, me estoy dando cuenta de que mi propia rebeldía es también aborregada. Los rebeldes también somos borregos cuando hacemos LO CONTRARIO porque no estamos haciendo lo que queremos, hacemos lo contrario de lo hacen los demás. Es decir, estamos supeditados a sus acciones, observamos sus acciones, dependemos de sus acciones. Nada más lejos de la libertad.
Así que el rechazo, a priori